jueves, 9 de abril de 2015

Genaro Trail 2015… mejor en compañía.

Después de unos días con un tiempo de perros, da gusto ver como el tiempo acompañará durante esta segunda edición de la Genaro Trail, tras el largo invierno uno ansía volver a correr por el monte con buen tiempo, también está el tema “molestias varias”, por fin dejaba atrás la tendinitis que me acompaño durante todo el 2014 y que me impidió disfrutar de su primera edición, ¡se adivinaba un gran día en el campo!

Normalmente suelo ir solo a las carreras, pero en esta ocasión ya fui acompañado prácticamente desde la puerta de casa. De camino, charla amena con Luis Blanco (el gran speaker de la carrera), Gema y Rafa (mis compañeros durante todo el recorrido) para aplacar los nervios previos al arranque. A la llegada al Berrueco ya empieza el festival de caras conocidas lo que incrementa esa sensación de buen rollito y ganas de pasarlo bien.




Casi sin darme cuenta llega el pistoletazo de salida… diez de la mañana un montón de loc@s en zapatillas y unas cuantas horas de monte por delante.

Los comentarios sobre el buen día y el calor que acechaba fueron generalizados entre el pelotón antes de la salida y pese al viento que parecía soplar a ratos, enseguida empezó a sobrar de todo… ¡pero mejor que sobre que no que falte!.

Como de costumbre, primeros kilómetros con el estómago dando guerra, me pasé tres pueblos con el doble desayuno matutino, me llevó casi media carrera encontrar ese punto de confort estomacal, cosa normal dado el festival de los geles, isotónicos y demás mejunjes que engullimos en carrera. Las piernas, pese al ritmo tranquilo al que salimos, se notaban aún con la fatiga de la Maratón de Barcelona, otro error habitual en mi abultada lista, subestimar los tiempos de recuperación (¡¡y es que no aprendo!!).

Poco a poco entramos en carrera y aunque tanto los de 27 como los de 50 salimos a la par, no hay las aglomeraciones que se ven en otras pruebas y se puede correr cómodo y sin problemas.

Qué bonito es reencontrarse con caras conocidas durante la carrera, tema complejo en otro tipo de pruebas, en este mundillo del trail es algo habitual y que disfruto mucho… una imagen vale más que mil palabras.


La primera parte es la complicada de la prueba, así que lo tomamos con mucha calma, que el calor ya hace estragos y tras el largo invierno, los cuerpos no están acostumbrados al esfuerzo con estas temperaturas, gracias a Gema que nos iba poniendo el freno nos salió una carrera redonda.

Cortafuego arriba o cortafuego abajo, nunca nos faltó una sonrisa, se sufre y se disfruta a la par.



Llegamos al ecuador de la prueba y en el Atazar nos ponemos literalmente “como el Kiko”, allí no falta de nada. Siempre atentos los voluntarios para ofrecerte todo lo que necesites.

Hemos llegado frescos a este punto de carrera, nos congratulamos de ello y arrancamos decididos a comernos los kilómetros que nos quedan, lo duro ya ha pasado, pero eso no quita que haya que correr cada kilómetro que falta hasta el Berrueco…


Toca pista ancha y un tramo un poco pesado de subida, pero sabiendo que después ya todo es bajada uno se lo toma con filosofía, así que poco a poco y sin bajar el pistón, avanzamos hasta llegar al punto donde definitivamente la carrera entra en un continuo descenso.

Sin duda la parte que más disfruté de la carrera, dosificarnos dio sus frutos y casi sin darnos cuenta, Rafa y yo empezamos a correr como alma que lleva el diablo… no parábamos de pasar corredores y eso nos motivaba aún más para seguir apretando. Viendo los tiempos en meta, más de 20 minutos recortamos a mucha gente en este último tramo de carrera, fue algo ¡brutal!.



… pero todo lo bueno se acaba y ya adivinábamos la meta con las primeras casas llegando al Berrueco, otro gran momento este de la entrada en meta, y más cuando llegas con ese puntillo de fuerza, con esa sensación de poder correr otros cuantos kilómetros más.

La guinda la puso la familia de Rafa, que le esperaba en meta, orgullosos de su Papi, cruzamos la meta todos de la mano… ¡momentazo!



Han sido casi 7 horas de carrera que se han disfrutado y sufrido por igual, pero que saben a gloria una vez pasado el arco de meta, en días como hoy, más que nunca, la satisfacción supera con creces al esfuerzo realizado, ¡qué grande es el trail!

Tiempo para relajarse y disfrutar de esos tremendos huevos con patatas (¡¡qué gran idea!!) y del reconocimiento de todos los conocidos que andan ya por meta esperando a los compañeros que están aún por llegar.

Y qué decir de la carrera… La Genaro no impresiona con sus números, sus 50Km y 1560 de desnivel positivo, se quedan en tierra de nadie en esta locura de “más distancia y más desnivel” en la que andamos metidos, entonces, ¿qué es lo que hace grande a esta carrera?, su organización, sus voluntarios, su recorrido, su ambiente y las personas que la corren, por eso, Genaro… ¡¡el año que viene nos volvemos a ver las caras!!


P.D.
Mención especial a Gema y Rafa que han hecho que estos 50 kilómetros sean de los más disfrutados de mi aún corta vida de trailero… ¡¡GRACIE MILE!!

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